16 junio 2019

EN EL SALÓN DE BAILE




En el salón de baile familiar
se modeló mi oído musical
al sonido del saxo y el clarinete,
a la variedad sonora de la batería
y una surtida suerte de ritmos.
Eran los años cincuenta,
un tiempo de escasez y estraperlo,
un tiempo pobre de buscada alegría
donde sacudirse la escasez de medios
en un airoso y patriótico pasodoble.
Del cine y la radio, los sueños
de grandes orquestas americanas
y ritmos latinos con maracas cubanas
y corridos mejicanos.
Aquellos artesanos de la vida cotidiana
arrancaban a sus instrumentos los sones
que se disfrutaban en la parrilla de la radio
y sonaba a autóctono tanto como a festivo.
Los domingos de El Tiesto, como por magia,
significaban un día de Feria semanal;
─salvo en Cuaresma─
el esparcimiento de una población
que buscaba con alegría, y se sacudía
por el espejo retrovisor las desdichas
de las vidas truncadas la década anterior.

4 comentarios:

  1. Francisco, maravilloso recuerdo que permanece vivo en tu alma, está lleno de sensaciones y hasta parece sentirse la música del saxo o del clarineete. La vida palpita en cada verso de un tiempo ya pasado pero que tú has hecho presente. Mis felicitaciones por estos versos.

    Un abrazo.

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    1. Muchísimas gracias, Ángeles. Como destacas, el recuerdo vivo de mi infancia en aquellas vivencias imperecederas. Gracias por tus palabras.
      Un abrazo.

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  2. Tú eres un adelantado al pop y al rock and roll que vino después. Mi generación era más de guateque que de salón de baile donde los padres vigilaban a sus hijas desde la silla. Luego llegaron Los Bravos, Los Brincos y Los Pekenikes.
    Un abrazo, Paco.

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    1. Esto es un añadido previo a tus vivencias de guateques que también son las mías. Este recuerdo corresponde a aquel niño en el negocio de la abuela, donde sólo participaba echando una mano.
      Un abrazo.

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