15 septiembre 2015

SALA DE ESPERA



Sala de Espera. Litografías anatómicas
y paisajes urbanos donde la arquitectura
reviste papeles secundarios.
Espera que desespera y gente
desconocida que ni mira ni habla;
se entrecruzan chasquidos eléctricos,
miradas escrutadoras que no acaban
ni en encuentro ni en palabras.
El tiempo de espera es denso, espeso
como la mermelada de naranja amarga.
Un silencio que acaba por abrir la boca
y dejarla a la intemperie de una bata blanca.
En una mesita baja un cestillo de flores
atemporales para las que no pasan
las estaciones ni conocen un vivero;
una docena de revistas manoseadas
y primeras planas que dejaron de ser notica
que ni me atrevo a hojear con el ojeo,
para no tener que pasar al cuarto de baño.
Al fondo, ruidos metálicos a través
de una puerta indiscretamente mal cerrada
y pocas palabras con rumor de despedida.
¡Ya me toca, ya estoy a punto de pasar!
Así es. ¡Abra la boca! Comienza el suplicio
de los gestos y jergas con la enfermera.
¡No va a notar nada! ¡Será visto y no visto!
Resisto un pinchacito y llega la dormición
local y se me pone la cara de bobalicón:
el dentista manipula, pregunta
y respondo con gestos adormecidos.
Anuncia el presupuesto y facilidades
de pago; luego me va a costar…  un ojo.
Saludo cordial y la sonrisa blanca
de la enfermera anticipa la minuta
y la nueva cita, antes de abrir la puerta;
todo en un santiamén indoloro,
incoloro, amable, insípido y caro.
Hay muchos motivos por los que odiar
a los dentistas, pero en estas circunstancias
no se me ocurre ningún improperio.

8 comentarios:

  1. ESPECTACULAR radiografía de una sala de espera.
    Mi odontóloga es una ex alumna, ya te lo conté , me trata con mucha delicadeza y la Clínica Dental es preciosa . Igual no quiero saber nada con el dentista.Me enferma.
    En mi época eran torturadores seriales. Ahora, es otra cosa , los chicos no tienen miedo y son atendidos súper bien. Pero lo que queda, queda. No lo quiero ni pensar.
    ¡ja ja ja! me hizo mucha gracia lo de las revistas ...
    Apapachos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ayer fui a acompañar a Pepita al dentista y ese es más o menos el panorama que uno encuentra, especialmente durante la espera, así que en lugar de mirar las revistas, saqué el cuaderno y el bolígrafo y tracé esta tontería que me divirtió hacer.
      Apapachos.

      Eliminar
  2. Será porque voy dos veces al año al dentista no les tengo ningún miedo, en cuanto a la sala de espera, desde hace tiempo, me llevo el libro electrónico y leo, dejando de lado esas horrorosas revistas de sabe dios que año.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo por suerte voy poco, ya que es de lo poco sano que tengo, pero mi mujer es asidua: Como ya he dicho, saqué el cuaderno y el bolígrafo y me aparté un poco del lugar, pero describiéndolo. Es una persona exquisita y uno de sus hijo y el pequeño mío han trabajado juntos incuso. Una relación muy cordial.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. De vez en cuando hay que ir al dentista, besos para ti.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí la boca no es cosa de descuidarla, pues se trata casi de la tarjeta de presentación de las personas.
      Un beso limpio para ti, Amapola.

      Eliminar
  4. No compro nunca revista, pero el aburrimiento de una sala de espera me hace dar un repaso a todas ellas.

    Besos

    ResponderEliminar