23 diciembre 2010

CÁRCEL DE TELA

No todo lo tradicional, no todo lo cultural es válido para justificar el encierro asfixiante que la mujer debe sentir dentro de esta cárcel de tela. El burka o niqab es un atentado contra la vida misma, ya que ni siquiera la respiración se puede hacer en las condiciones de salubridad que todo ser humano necesita. Hablan de la voluntariedad de las personas que así visten, pero la psicología más elemental estaría en condiciones de rebatir que es imposible que una persona quiera someterse voluntariamente a tanta privación. Curiosamente no es una generalización del islam, ni una clara imposición religiosa, sino una interpretación de los países islámicos asiáticos, centrado fundamentalmente en la tradición afgana.


Las personas necesitamos de las relaciones humanas como del aire que respiramos, y vivir en ese aislamiento es impedir el conocimiento mutuo, como el profiláctico impide la unión del esperma y el óvulo y por tanto la vida misma. La base de toda relación está en el conocimiento de uno mismo y en el del otro, y no puede haber cauce de relación con una persona que viste de esa forma. Necesitamos conocer la identidad del otro, porque la sociedad es un encuentro de identidades, y sin identidad es imposible el encuentro y la integración social.

No trato aquí de exponer un punto de vista contradictorio con el hecho religioso, el cual siempre me parece que debe estar al alcance de todo individuo, sino mi oposición frontal a la exclusión aberrante que se hace contra la mujer sugiriéndole o forzándole a vivir en la cárcel de su propio vestido. En el fondo, parece más bien una manera de acotar y privar a la visión del resto aquello que me pertenece, como si la mujer no fuese propiedad exclusiva de sí misma. Seguro estoy que, de conocer la copla, toda aquella que por tradición o imposición se ve forzada a malvivir encarcelada en un burka, entonaría, imitando a Marifé:

Abre puertas y cerrojos que me dé la luz der sol,
que están ciegos ya mis ojos de tinieblas y dolor.
Por mi madre yo te imploro
y te lloro,
que no pienses más en mí;
no te quiero, no te adoro,
y no sirvo pa' viví,
en una cárcel de oro.

9 comentarios:

  1. Suelo decir que no siempre se puede ser tolerante, hay culturas que son intolerables y que yo no tolero.
    Y todo aquél que en nombre de la Alianza de Civilizaciones no critica o calla ante estas aberraciones es un miserable.

    Un abrazo Francisco.

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  2. A mí me parece terrible, monsieur, como cualquier tipo de represión, imposición y discriminación. Mal lo tiene aun la mujer en nuestros tiempos.

    Feliz dia

    Bisous

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  3. Es muy triste y denigrante para la mujer esa vestimenta.Qué desagradable se tiene que ver la vida detrás de esa rejilla.Ojalá un día las cosas cambien¡

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  4. Y lo peor es que cuando les preguntas te dicen que lo llevan por propia voluntad, que no les obliga nadie. ¡Qué triste!

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  5. Este es un tema que me subleva, no puedo con él.
    Protestamos del machismo de la religión católica ¿y esta gente?. No me quiero meter con esta religión, pero está dirigida por verdaderos asesinos y no me van a sacar de esta idea en tanto existan esas condenas a mujeres, la llamada guerra santa, las mujeres marginadas y tratadas peor que a los parias, los terroristas matando inocentes en nombre de su Dios... Bueno, mejor me callo porque esto me saca de mis casillas y estamos en Navidad.
    Saludos

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  6. Es terrible ver a esas mujeres tapadas. No solo por verlas así, es por lo que hay detrás. Su vida toda, sus miedos y la ignorancia de lo que puede ser alguien con autonomía.
    Lo malo, lo peor es que eso no se acabará ni mucho menos. Besos a todos y FELICIDADES

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  7. Me parece una auténtica cárcel, Francisco. Porque esas mujeres no quieren esconderse del mundo tras esas telas, sino verlo en toda su plenitud sin barreras, y son los convencionalismos sociales, las barreras masculinas, la religión quienes se los imponen.

    Saludos y feliz navidad

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  8. Es muy triste su realidad, como es muy triste la realidad de la mujer en el mundo en general, todavía no logra el lugar que merece, nos hace falta luchar mucho más.
    Abrazo.

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    1. Esta es una realidad que, aunque muy alejada de nuestro mundo, tampoco en occidente estamos libres de discriminación hacia la mujer, si bien esto sobrepasa todos los límites.
      Un beso.

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