30 septiembre 2012

DEL KREMLIN A LA REVOLUCIÓN


El 18 de mayo de 1896, con motivo de la coronación del zar Nicolás II, estaba prevista una celebración popular. Se anunció que se regalaría una taza con el retrato del zar y un paquete de dulces a todo aquel que acudiera al evento. La afluencia fue tanta, que más de 2.500 personas perecieron aplastadas por la muchedumbre. Así fue el sangriento comienzo del reinado del último zar de Rusia, tal vez un presagio de su sangriento final: Nicolás II sería fusilado en 1918, junto a su esposa y sus cinco hijos en Yekaterinburgo, en casa del mercader Ipátiev. Curiosamente, como si de un círculo se tratase, el primer Románov, Mijaíl I, había sido coronado en el monasterio Ipátiev. ¿Una coincidencia, una premonición, un capricho del destino?


Lo que posiblemente no fuera tan casual, a la vista del modo de vida excesivamente regalada de los zares, son los acontecimientos de la Revolución; al menos puede uno llegar a esa hipótesis cuando contempla los tesoros acumulados en el Kremlin mientras el pueblo estaba pasando auténticas calamidades. Lo que puede verse hoy, tras la desaparición de la URSS, es una colección única de orfebrería de altísimo valor histórico y material que cuenta además con piedras en bruto y talladas, con gigantescas pepitas de oro y plata. Algo tan deslumbrante que es difícil imaginarlo sin haberlo visto. El fondo de diamantes es hoy día un apéndice del museo de la Armería del Kremlin.


Ese comienzo y final sangriento del último zar de la Rusia vino a ser la puerta de acceso al siglo más trágico de la historia de la humanidad. Lo paradójico es que esas muchas muertes en los campos de batalla y los millones de represaliados no han servido para que el pueblo mejore su situación: la Revolución vino a representar para el pueblo fuertes restricciones y escasez, adobada con ardorosas dosis de idealismo social, mientras los dirigentes gozaban de otras prebendas.






9 comentarios:

  1. Como pasa con todos los regímenes, los que mandan viven opíparamente mientras el pueblo las pasa canutas. Un saludo desde mi mejana

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  2. Es que un Zar es un Zar, además este era un tirano, por eso pasó lo que pasó, una revolución, que al menos, ha tenido al mundo en equilibrio, cuando esta se ha caído, el capital camina sin respetar a nada ni a nadie.

    Un abrazo.

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  3. Nada raro, los totalitarismos, las dictaduras, siempre son aberrantes y lo lógico y justo es que acaben. Lo malo es que no desemboquen en una democracia.

    Un abrazo Francisco.

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  4. Este hombre estaba gafado desde la boda. Si llega a poner un circo, seguro que le crecen los enanos o los "rasputines". Le tocó pagar el pato de un sistema represor y atrasado.
    Un saludo.

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  5. Dentro de un tiempo hablaran del un Zar con barba y que fuma puros por la calles de New York y que se afanaba en dejar huella con su rodillo,lo que no me atrevo es a predecir su futuro, aunque buena pinta no me da....
    Un saludo.

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  6. En que han cambiado las cosas? ya vemos...los dirigentes siguen viviendo bien aquí y en todas partes y las restricciones se vuelven a poner de moda, el hombre no aprende nunca, será que nos lo merecemos?
    Si, amigo Francisco, vengo muy guerrera tal como tu dices, pero es que creo que lo contrario es dejarse morir, a que si?
    Un abrazo

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  7. No ha tenido suerte el pueblo ruso a lo largo de la historia. Tampoco la revolución del 17, que sólo sirvió para socializar la pobreza y privatizar la riqueza. Y siguen teniendo mala suerte. Un saludo.

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  8. Nuestras democracias están levantadas sobre millones de cadáveres y la historia de muestra que han servido de muy poco. Nunca estamos contentos ni estaremos. A veces creo que está en nuestros genes matar.
    Y si no mira las guerras que hay todavía y revoluciones.
    Ahora elegimos a los dirigentes democráticamente y tampoco nos gustan
    Creo que el fruto no solo está en las injusticias que las hay y muy grandes sino en la envidia, el egoísmo y falta de solidaridad.
    Bss.

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  9. Hola Paco. Vaya, y a quien se le ocurre decir al pueblo que van a regalar una taza con la foto del zar y unos dulces.
    ¿Quíen probaba los dulces en esas épocas? No me extraña nada que perecieran aplastadas tantas personas.
    Cuantas joyas y cuanto lujo, que derroche de dinero para emplearlo en alimento y educación para el pueblo.
    Saludos y un abrazo enormeeeeeee

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