22 febrero 2010

TÁNTALO

Según la mitología griega, Tántalo era rey de Frigia, hijo de Zeus y de la ninfa Pluto. Era amado por los dioses y hasta lo invitaban a participar de sus festejos en el Olimpo. Pero Tántalo ocultaba sentimientos ocultos y tenebrosos, además de ser un pillo muy sagaz. En cierta ocasión robó alimento de los dioses (néctar y ambrosía), para repartirlos entre sus amigos y concubinas.

En otra ocasión se puso a divulgar entre los mortales secretos de los dioses y hasta juró en falso ante Hermes. También llegó a negar la divinidad de Apolo y en otro instante invitó a los dioses a un fastuoso banquete que organizó en el monte Sípilo, en el que no escatimó gastos. Pero llegado un momento se dio cuenta que no le era posible alimentar a todos satisfactoriamente y urdió un terrible plan con el que pretendió engañar a sus comensales: tomó a su pequeño hijo Pélope y lo descuartizó, luego coció sus miembros y los sirvió a los invitados presentándolo como un plato exótico. Descubierto, el castigo de Zeus a Tántalo consistió en estar en un lago con el agua a la altura de la barbilla, bajo un árbol de ramas bajas repletas de frutas. Cada vez que Tántalo, desesperado por el hambre o la sed, intentaba tomar una fruta o sorber algo de agua, éstos se retiraban inmediatamente de su alcance, de modo que su castigo era estar eternamente insatisfecho.

Algo así es lo que nos sucede hoy con la insaciable apetencia de consumo. El consumismo nos encadena al suplicio angustioso de la insatisfacción: cuanto más compramos, cuantas más cosas logramos tener, muchas más son las que apetecemos. En este momento triste de crisis económica aguda, cuando más que nunca es imposible llegar a satisfacer la vorágine consumista, merece la pena que tengamos en cuenta que no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita.

1 comentario:

  1. mu gonito, paco, lo de tántalo.
    como ves sigo leyéndote.
    tengo otros varios "temas" que sugerirte, alguno
    puede ser "delicado" pero otros menos.
    en todo caso con tu, a veces esquivo, aunque siempre grato, verbo, seguro que, como a mí, te gustan, pues siempre es atractivo opinar, lo que ocurre es que a mí la opinión se me transparenta con la pregunta o sugerencia.

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