En el cuenco de mis manos
el espacio preciso para una naranja,
el tacto de mi padre
y también de mi abuelo.
¡Venid a mí un día más!
Dos cortes transversales,
dos casquetes polares
-norte y sur-
por donde se asoma su excitación
y el amor que me dilata.
¡Venid a mí un día más!
Un incierto número de longitudinales,
simulando los meridianos,
y poniendo en conexión a los polos,
por donde ya se derrama.
¡Venid a mí un día más!
Un torrente de exuberancia azucarada,
que chorrea por mis manos
y me reconcilia con la intimidad
de esta mirada hacia el ayer
que actualizo cada día,
según voy segregando los gajos.
¡Venid a mí un día más!
hola
ResponderEliminarpierdo las distancias, pero como están por allá por todo lo de los misiles de Iran e Israel?
pregunto ya que su poema de una extraña manera me evoco lo visto por los medios.
saludos
Respecto a los focos bélicos, andamos alarmados con la codicia por lo ajeno de algunos que les viene pequeña su geografía y tienen sueños expansionistas. Personalmente me preocupa qué mundo de avaricia estamos dejando a nuestros herederos.
EliminarUn abrazo.