Tú dabas migajas a las aves
y los pájaros te escribieron
una bella partitura en el tendido eléctrico
y alegraron tus atardeceres con sus trinos
en sentida recompensa.
Tú te abriste de brazos
a los recios vientos
dándoles humilde recibimiento
y conseguiste dulcificarlos
y hacerlos brisa acariaciante.
Tú, tan generosa toda tú,
ofrecías tus manos pródigas
con generosidad suma,
pero yo quedaba fuera de tu ámbito
y ni siquiera puedo imaginar
cómo conmoverte a compasión
para llegar a formar parte de tu reino
y sentirme dichosamente tuyo.
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