Como el sol se desvanece en el ocaso,
después de escalar la Sierra Blanca
y precipitarse al abismo ignorado
por el barranco opaco a nuestra mirada.
Como la inmensa masa azul del mar
se agita sin derramarse sino por la playa,
y vuelve una y otra vez, sin saber qué pasa
allá en el horizonte, donde la vista es ineficaz.
Como las adelfas hacen escolta a los ríos
y vana es la competencia de juncos y aneas
ante la floración sobreabundante y diversa
que juega con los remansos y los rápidos.
Así eternamente, como sol, mar o adelfas:
la languidez que teje mi mirada al contemplarte,
la basta inmensidad del pedestal donde te miro,
la floración ininterrumpida de mi iris al admirarte.
Cómo se nota el amor que tienes por tu pueblo....
ResponderEliminar...y por mi mujer. Muchísimas gracias, Tracy
EliminarUn abrazo.
Lo de tu mujer lo sabía, pero este pensé que era por Ojén
EliminarAmbos están presentes, Tracy.
EliminarHermoso poema de amor hacia tu esposa que seguro te corresponde por igual-.Saludos
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Charo.
EliminarUn abrazo.
Bellas metáforas, que nos llevan al amor a la naturaleza, al amor a la persona amada, al amor a la tierra y a La Providencia...
ResponderEliminarMi abrazo admirado y agradecido, Francisco.
En definitiva, María Jesús, es el amor quien preside nuestras vidas o de lo contrario habitamos el vacío.
EliminarUn abrazo muy agradecido.