La mar ejecuta su bella melodía
con la ayuda de la brisa y de los vientos,
quien le hace coros con silbos
en el encrestarse repetitivo de las olas.
Pero la sinfonía marítima
es mucho más profunda y polifónica
que el encrespamiento nacarado que divisamos:
los tonos graves nacen en lo profundo,
en las simas ocultas que no podemos divisar
y cuya autoría es misteriosa y callada.
También conmueve el diapasón
de las mareas con sus tonalidades
mayor y menor, y sus pasos intermedios:
los agudos son ejecución de las sirenas,
-entre soprano y contralto-
cuyos cánticos están reservados
a la afinidad de quienes hacen confidencias con ellas
y en sus sueños se hacen presencia viva.
El choque repetitivo y acompasado de las piedras,
así como de los cantos rodados, hacen la percusión
y subrayan las tonalidades del viento o la madera,
aprovechando el silencio de las cuerdas.
La mar es una sinfonía abierta y sin partituras
que en cada instante modula una musicalidad,
una ardua conmoción que jamás se repite.
Y tiene la gran fortuna de tenerte, poeta, para que lo describas con tanta gracia y lo disfrutemos tus lectores.
ResponderEliminarAbrazos de anís.
Gracias, Sara querida, yo también aprendo de vosotros con vuestros comentarios, claro que sí.
EliminarUn abrazo.
Precioso cómo lo describes, Francisco...Las melodías de la naturaleza son todo un misterio, se pueden describir cientifícamente...pero sólo oimos la parte superficial, no oímos el mensaje del mar, que no sabemos traducir y que siempre nos dice algo, como todos los sonidos y cánticos de la naturaleza...Aún ignoramos muchas cosas, amigo poeta.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz mes de mayo.
Esto es unicamente una impronta, como una instantánea, pero lo verdad última se ha quedado en sus adentros, como también se quedan sus posibles quejas de lo mucho que arrojamos. Gracias infinitas.
EliminarUn cálido abrazo.