Un sobresalto en la madrugada,
un despertar repentino y soliviantado
en la marejada del desconcierto.
Reina el silencio. Lentamente
mis pulsaciones comienzan a ralentizarse.
Nada sucede fuera de mí,
todo está en calma;
aunque no logro recordar nada.
Es posible que todos tenga origen
en un desasosiego interno
y no sea nada extra corpóreo.
Ladra a lo lejos un perro;
al punto le hacen coro otros
en número indeterminado y cercanos.
Me doy la vuelta y el mundo gira
a mi alrededor,
como una peonza fatigada.
Todo está en calma. No sucede nada
que no pase al olvido
y comienzo a relajarme lentamente.
Mientras intento recuperar el sueño
se pasea por mi vida
todo un desfile de arquetipos y tópicos:
¡Ojalá vuelva a dormirme!
Y que mal rato se pasa con una pesadilla en la oscuridad de la noche y en completa soledad...menos mal que se pasa y todo vuelve a ser normal.Saludos
ResponderEliminarEs verdad, las pesadillas son una inquietud inventada que nos sobresalta.
EliminarUn abrazo.