Los minutos son de gelatina espesa
cuando la espera se eterniza
y el polvo del camino no anuncia
la llegada de ningún carruaje.
Es como si llegaras en un carromato
tirado por un animal asmático
o subida a la reja de una yunta
que abre cicatrices en lo más árido.
Se desvanece la luz, cae la tarde
y con ella mi inquietud expectante.
Se va enrojeciendo el horizonte
como también está incendiada mi espera,
y sin que se atisbe al fondo del camino
el revuelo polvoriento de una comitiva.
Mi impaciencia se acrecienta
al tiempo que mascullo el ácido mordisco
de esta larga y desesperante expectativa.
Siempre hemos de estar despertando por algo y es muy difícil no desesperar.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Tienes razón, Sara, pero no nos podemos dejar vencer.
EliminarUn abrazo.
Que no nos falte nunca la esperanza, amigo...La fé y la esperanza son sumamente importantes para seguir adelante, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz mes de mayo.