Creí que era un sueño
y el río era de plata líquida indesbordable,
y la arena era acogida cálida,
lugar de encuentro,
y el puente una maqueta al natural
de piedras talladas, de turrón y de guirlache,
y el campo de un verde intenso
donde se movía con lentitud
la lana blanca de los corderos,
y el fuego donde se calentaban los pastores
una estrella bajada del cielo,
mientras uno de ellos
silbaba endechas enamoradas.
Creí que era un sueño,
pero tal vez fui deslumbrado
por el artificio en vatios
de esta sociedad,
que piensa más en el consumo
que en festejar
el próximo alumbramiento de María.
Creí que era un sueño
lo visto y vivido en los medios,
la donación sin límites
hacia quienes todos sus bienes
se les han convertido en lodo,
pero era solo un destello anticipado
de la estrella del belén
y volvemos sobre nuestros pasos
para ser los huraños egoístas de siempre.
Me da mucha pena que en estos días de Navidad ya tan cercana sean fiestas de consumo y diversión en vez de ser días de paz, solidaridad, oración y Amor ante ese nacimiento divino . Saludos
ResponderEliminarTodo lo que pasa por nuestras manos lo desvirtuamos, Charo.
EliminarUn abrazo.
No puedo con este consumismo fatuo.
ResponderEliminarEs una manera muy maniquea de adjudicar cosas que no le son propias a la Navidad, sino todo lo contrario.
EliminarUn abrazo.
Es una triste realidad, Francisco...Volveremos a soñar con la Navidad unos pocos días, pero pronto primará el materialismo, la guerra y las discusiones entre unos y otros...A pesar de ello tenemos que seguir teniendo esperanza en que todo mejore, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo siempre.
A esa realidad tenemos la necesidad de señalarla y dejarla al descubierto, cuando menos. ¿No lo crees?
EliminarUn abrazo.