Atardece hoy viernes,
la luz se va haciendo opaca
y el silencio es la antesala de lo extraordinario.
Se ha echado el viento
y tal vez por eso, tras varear las ramas,
se ha alfombrado el paseo con copos de colores.
Un coro de nubes densas,
-entre bastidores-
corre anticipadamente el cortinaje de la noche
cuando está a punto de encenderse
las alegres y multitudinarias luces
que anuncian la Navidad.
Un relumbrón lumínico que es feroz competencia
entre los municipios españoles,
en anticipación y cuantía,
que dispara el pistoletazo de salida
de este tiempo de compras y despilfarro,
una incitación al consumo
que abre más y más la zanja existente
que algunos logran saltar sin sobresaltos
y otros caen de bruces y son sepultados
en deudas.
Una mala lectura,
una interpretación errónea y perniciosa
del tiempo que se anuncia,
y que muchos iniciaremos con el pie cambiado.

No son precisamente los días del año que más me gustan. Entre el consumismo y los aniversarios luctuosos vamos bien servidos en casa.
ResponderEliminarSaludos.
No te falta razón: en fechas señaladas, la adversidad se pronuncia distinta que para el restos de los vivientes.
EliminarUn abrazo.