Un pequeño esfuerzo y la gran recompensa:
mis hermanos viven en la gran ciudad
y yo he sido invitado a volver al origen
y a meditar mirando al Calvario.
Ellos llegaron fácilmente al acuerdo
y me ofrecen el calor de su presencia,
junto a la serenidad de su cercanía,
sin convocatoria, solo por arroparme.
Llegado el momento, si la semilla da fruto,
serán los primeros en festejarlo;
si por el contrario solo es paja sin grano,
también serán los primeros en arroparme.
Contra viento y marea, aunque el trillo no trille
y aunque la brisa sea calma adversa,
la parva llegará íntegra al granero,
harán de mi objeto de culto
y por activa o pasiva me saldrán las cuentas.
Los hermanos, la tierra y las semillas, la ciudad y el campo, la cosecha o la no cosecha, las cuentas a veces positivas y otras negativas, la vida de tantos en este mundo, hermoso poema que me ha recordado de alguna manera la vida de mis antepasados, los que labraron la tierra y los que marcharon a la ciudad, a algunos les cerraron los números y a otros les escasearon y hoy ya son polvo de esa misma tierra y solo quedan recuerdos.
ResponderEliminarPerdón por tanta cháchara, pero el leerte me ha hecho recordar y meditar sobre todo ello.
Un abrazo.
PATRICIA F.
Nada de perdón, todo lo contrario. Gracias por tu comentario extensivo. Yo mismo soy de los que salieron del núcleo agrario para buscar la ciudad y otro medio de vida. Son muchos lo motivos para dar gracias a Dios, pero entre las destacadas, el amor incondicional con mis hermanos y ellos conmigo. Gracias, Patricia.
ResponderEliminarUn abrazo.