Tú conoces cada uno de mis escalofríos:
lo que me motiva y lo que me pierde,
lo que me centra y lo que me desborda.
Tú conoces mi jardín: cada aroma,
cada mancha de color que tiñe el verde,
cada brote incipiente y también
la voz ajada de lo marchito
que solicita mimos a gritos
en busca de un urgente rescate.
Tú conoces mi voz y sus matices:
lo que me embriaga y lo que me enloquece,
lo que me desborda y lo que me centra,
la partitura que pauta mi vida.
Tú conoces mis gustos:
todo aquello que me enoja
y también lo que me resulta placentero.
Tú conoces mi tacto en el tuyo:
la tibieza o el escalofrío,
la ansiedad que quisiera ser cola
y también el mamparo donde me guarezco.
Tú conoces todo...
Por eso no necesito pedir,
sino aguardar, en tu cercanía,
el aluvión con el que me rescates.
🌹
ResponderEliminarDicen, Merche, que una flor es un diamante. Muchísimas gracias.
EliminarUn abrazo.
Estás que te sales de primaveroso.
ResponderEliminarGracias, Tracy, por verme de ese modo. Para mí, sin otra pretensión, es mi ejercicio mental diario.
EliminarUn abrazo.
Francisco, tu poema puede tener varias lecturas...Me inclino por la lectura espiritual...El Padre de todos, la divina Providencia está cerca, nos conoce y sabe lo que necesitamos en todos momento para mejorar y elevar el espíritu...Tu le dedicas un gran homenaje de fé y gratitud, amigo.
ResponderEliminarEspero que el nuevo año os deje, a ti y a tu familia, mucha salud e inspiración para seguir compartiendo letras y vida, amigo poeta.
Mi abrazo y mi cariño.
Mil gracias, María Jesús. Las diversas lecturas es para mí el mayor piropo.
EliminarUn fuerte abrazo.