Poco a poco,
llegó noviembre como de puntillas,
pero sin relumbrón,
sino acomodado al sofocante verano
y estirado como gomas del tirachinas.
Poco a poco,
entre la agitación de las tormentas
y las estridencias de las aguas
liberadas de su vieja opresión,
una avenida buscando salida
y arroyando a su paso sin modales.
Poco a poco,
y la hojas que antes eran sombras
pintorrearon el suelo haciéndose alfombra
y configurando los almohadillados pasos
de los osados que no temen a los resbalones.
Ya no hiere el sol,
ahora es caricia, mano tendida, aterciopelada,
invitación prudente a la contemplación
y al paseo.
Poco a poco,
en las copas, una acuarela,
y en el lienzo del suelo
el estrépito y el fulgor de las pisadas
sobre un inmenso tapiz pintorreado
que mueve el viento.
Poco a poco
Mañanitas de otoño, dulces paseos,
horas dilatadas que se entrechocan
en la celosía del temprano anochecer
y son arresto domiciliario los días de lluvia.
Poco a poco.

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