Habrás sabido que te amo en el eco,
en las repeticiones de los montes,
cuando reproduciendo mis ayes
te nombraba una y mil veces
como estribillo de los valles.
Habrás sabido de mi insistencia
en el agua caladera de la llovizna,
cuando dejándome empapar
no evitaba la lluvia por si tu respuesta
me calaba de la cabeza a los pies.
Habrás sabido de mi tenaz porfía
en cada remolino de viento,
cuando te agitaba la melena
por descubrir tu oído y dictarte
requiebros con los que persuadirte.
Habrás sabido, de uno u otro modo,
en cada destello del sol o de la luna,
en cada regato de agua que discurre,
en cada ráfaga de viento o en la calma,
que ando tallando una palabra oportuna
con la que acariciar tu oído y hacerte mía.
Una preciosidad de poema amigo poeta.Saludos
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Charo.
EliminarUn abrazo.