31 octubre 2010

EL VERDADERO PODER

Si el único poder real que existe es el económico; entonces, qué sentido tiene hablar de democracia.  JOSÉ SARAMAGO


Hace días que vengo dando vueltas a la cabeza sobre las medidas económicas que ha tomado nuestro gobierno y sigo sin encontrar las claves de tanta contundencia. No me quejo de la congelación anunciada para las pensiones, pues ya sabemos que lo congelado es más duradero, pero de muy distinto signo es la merma de un 5% en los haberes del funcionariado y el casi olvido a la cooperación, prestaciones sociales y ayuda al desarrollo.

Nuestro presidente parecía obstinado en favorecer a los más débiles, algo que no todo el mundo cree lo más oportuno; los liberales, por ejemplo, creen que hay que terminar con las ayudas y los subsidios y que cada cual salga adelante por su propios medios; la patronal ha propuesto más trabajo por menos dinero. Sí, ya sé que todos hacen guiños, pero se abarata el despido, se temporalizan los trabajos, se pordiosea la contratación…  Resulta que estamos llevando a cabo la misma política que los países europeos gobernados por la derecha. ¿Qué importa que nos gobiernen unos u otros? Esa no es nuestra pelea: no son los gobiernos los que cuentan.

Ya es casi inmediata la entrada en vigor de la jubilación a los 67 años, y aparejada a ésta, el baremo de los últimos 20 años de cotización para el cálculo de la pensión. Si bien la esperanza de vida parece no estar en contradicción con esta medida, la práctica va por otros vericuetos. Ahora se está jubilando la inmensa mayoría de la población laboral antes de los 65 años; no digamos los que son empleados de banca o grandes empresas y sus muchas prejubilaciones. Si los jóvenes de hoy acceden al mundo del trabajo a los veintitantos  –el que lo consigue-, si después de los 45 hay que arbitrar medidas especiales para que las criaturas consigan un empleo, y si por otro lado las empresas tienen al alcance de sus bolsillos despedir a precios módicos, una vez entrada en vigor la nueva ley, ¿cuántas personas llegarán a jubilarse en sus puestos de trabajo a los 67 años?


La pregunta no es retórica ni baladí. Lo que se avecina es que la mayoría de los trabajadores llevarán años parados y con cotizaciones cero cuando les llegue la edad de jubilación, por lo que el baremo de los últimos 20 años para el cálculo de la pensión les estará mandando al escalón ínfimo de la exclusión social, si es que no alcanzaron antes ese rango. Como muy bien dijo José Saramago, “Si el único poder real que existe es el económico; entonces, qué sentido tiene hablar de democracia”, ¿Por qué no nos gobiernan directa y abiertamente los dueños del dinero?

30 octubre 2010

VULCANO

Todo comenzó con unos espasmódicos bostezos; la montaña tuvo abrideros de boca y unos retortijones como de fuego nacieron en sus entrañas. De repente, nubes sulfurosas helicoidales que se expandieron por los aires y lo cubrieron todo; como consecuencia, una bandada de pájaros desorientados por la ola fétida cayeron desplomados por el calor, se   fundieron sus alas como ícaros inertes y se precipitaron en el vacío. Poco después, como un rebuzno infernal retumbó desde las entrañas de la tierra y la naturaleza se transformó al instante en una foto fija en el que nadie ni nada se movía; los árboles, como anticipándose al cronómetro de los sensores, se quedaron mustios y con la pérdida de las hojas parecían escobones membranosos que anticipaban el apocalipsis.


Después del tercer rugido, ya todo cubierto de una densa fumata amarillenta con tornasoles grisáceos, verduzcos y dorados, salió la primera arcada rojiza por el vértice del monte, donde ahora se hacía visible una boca descomunal por la que vomita fuego. Era una masa viscosa, un río de fuego que bajaba parsimonioso por la ladera, sin prisas, sin pausa, y aniquilando todo vestigio de vida a su paso. Tras la lengua de fuego el paisaje se hacía desolador: no quedaba rastro alguno de vegetación y los regatos se colmataban de magma que se iba tornando en bloques grises y opacos que lo cubrían todo.

Ninguna víctima humana. El pastor cuenta que su perro se negó el día anterior a conducir a las cabras el al monte y no pudo sacar a los animales del aprisco. En su lento caminar de los ríos de lava hacia el mar todo se había trasformado en muerte. En cuanto llegaron al agua  las primeras remesas del vómito de los montes, le levantaron sobre las aguas densas columnas de vapor de agua que lo cubrieron todo. Protección civil dictó órdenes de evacuación, pero los pocos habitantes de la zona se sentían aún más vulnerables a nivel del mar que en las alturas; no les faltaban razón: unas horas más tarde una sucesión de olas de muchos metros de altura vino a sofocar el ardor de la tierra y a rematar la faena de exterminio. 

29 octubre 2010

ARQUÍMEDES Y PITÁGORAS

Cuentan que cierto día, coincidieron en las termas Arquímedes y Pitágoras; acababan de regresar del Ágora, donde habían estado desarrollando eminentes elucubraciones que quedarían para siempre en los anales de la ciencia. Al punto que se estaban desvistiendo, casi a punto de sumergirse en las aguas caldas, le dice el primero a Pitágoras:
-      Maestro, no deje de tener en cuenta que, al sumergirse, experimentará un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del líquido desalojado.
-      Bien cierto –le responde con toda cortesía- Es algo que nunca olvido, por eso, cuando veo que dos cuadrados catetos se suman al baño, procuro salirme, al tiempo que me digo: ya están aquí esos hijos de la hipotenusa. Y garabateó con el dedo índice en el aire: a2 = b2+c2

28 octubre 2010

INSOMNIO

Esta pasada noche me he olvidado de dormir y me he sentado en el brocal de la vigilia, esperando la perezosa mañana mientras se alargaban las horas como evocadas de un reloj blando. Te notaba próxima. Las sábanas parecían tibias en tu cercanía, pero estabas como ausente; mecida por resuellos acompasados y giros repentinos, de tanto en tanto, para mi sobresalto. Yo te pensaba; te modelaba en mi pensamiento idealizando las maneras, los modos y los decires, así como el escultor va dando formas al barro. Hice algunas tachaduras y luego usé la goma blanda para no dejar huella de los errores. Te tomé del brazo de tu deambular y penetré las sombras de tus pensamientos haciendo por anidar en ellos a mi acomodo. Imaginariamente corté una flor, la besé y la posé en tu pecho, allí donde el valle comienza a ser escarpado, y vi cómo se columpiaba al ritmo cadente de tus jadeos. Quise entonar para ti una silva, pero no encontré el diapasón con el que hilvanar mis vocalizaciones y la métrica; me salió una afónica melodía que no fue más allá de mis alveolos, una serenata de impaciencia con la pretensión de acelerar los tiempos. Noche cerrada; todavía noche cerrada y yo viviendo el anticipo de tu despertar, esperando cultivar una sonrisa, para renovar las promesas, una vez más, como cada mañana, hasta la eternidad.

27 octubre 2010

ERROR O MISTERIO



¿Habrá errado su trayectoria? ¿Qué misterio encierra este acontecimiento? Ayer la luna debió errar su camino o tal vez estuvo en sábanas ajenas y deambulaba despistada; el caso es que a las 10 de la mañana todavía lucía su camisón de tules blancos entre el intenso azul del pleno día. Si misterioso es averiguar su noctámbula trayectoria, cuanto más cuando se hace acompañar por el sol en su recogida, a los claros clarines del día.

26 octubre 2010

UN BOSQUE CRECIENDO

Dice el proverbio que hace más ruido un árbol que cae, que un bosque creciendo. Nos hemos acostumbrado a que lo noticioso sea el ruido y el escándalo, sin reparar en que ambos son las anomalías: que el niño muerda al perro, que algunos jóvenes hayan tenido que ser ingresados con coma etílico tras una noche de botellona, que un energúmeno mate a su mujer y luego trate de suicidarse –ojalá cambiara el orden-, que un policía trafique con drogas o un bombero sea pirómano…   en suma, la excepción que confirma la regla.


Parece que todos los intentos de editar buenas noticias han terminado en fracaso, y es que lo que vende es el drama, la violencia y la salida de tono. Pero una cosa es lo que en las redacciones adquiere relevancia de primera plana y otra muy distinta que la mayoría de los humanos, afortunadamente, se conducen por pautan éticas y cívicas bien distintas. No hay más que ver la cantidad de jóvenes comprometidos que entregan su dedicación y su tiempo a mil causas distintas en un sinfín de ONG’s que trabajan por y en favor de los demás.

Hace unos días acudí a media mañana al teatro Quintero, de la calle Cuna, de Sevilla, a comprar unas localidades. A través de las tres puertas de cristales que dan a la calle comprobé que la taquilla estaba abierta. El primer intento fue fallido, y es que sólo estaba abierta la puerta central. La taquillera me atendió amablemente y me entregó las entradas que previamente había reservado. Antes de abandonar el recinto, como un empleado que accedió al vestíbulo en ese instante debió verme un tanto titubeante, y al comprobar que camino con la ayuda de una muleta, me preguntó: ¿quieres Vd. Que le abra la puerta que tiene rampa? No hace falta -le contesté-, sólo son tres escalones; lo que me ocurre es que estoy buscando dónde apoyarme para atarme el cordón del zapato que se ha soltado. Ante mi asombro, se echó al suelo, al tiempo que me decía: eso se lo arreglo yo de inmediato. Le insistí que no lo hiciera, pero era mayor su decisión y voluntad que mi poder de persuasión. Dicho y hecho. Luego me insistió que si quería salir por la puerta que tiene rampa para abrírmela.


Cuando tuve a aquel hombretón a mis pies, atándome los zapatos como si se tratara de mi propio hijo, sentí el mismo rechazo y emoción que sintiera Pedro poco antes de la Última Cena, cuando Jesús se echo a sus pies a lavárselos y éste quiso evitarlo. Sé que si los telediarios hablaran más del bosque que crece que del árbol que cae, serían menos las estridencias y se ajustaría más a lo que realmente sucede en la convivencia de cada día, donde la inmensa mayoría de la población está dispuesta a ayudar a quienes lo necesitan.

25 octubre 2010

LA POBREZA

Hubo otro tiempo
donde los pobres eran menos;
los ricos son siempre más escasos,
por eso la pobreza habita
en la casa de los pobres
y calza zapatos rotos
y calcetines con tomates
y come en loza desportillada,
cuando lo hace.

La pobreza transfigura al ser,
que deja de ser,
que no existe,
que no cuenta,
que es molesto,
que es un sumando en las estadísticas
que desvirtúa el progreso;
que tiene la mala cara del desaliño,
que no viaja, sino que emigra,
que no se adapta ni resigna.

La pobreza es intrínsecamente molesta,
especialmente cuando se exhibe,
cuando se para en los escaparates,
cuando sonríe  -pañuelo en mano-  en el semáforo,
cuando pronuncia solidaridad, ayuda, misericordia, asistencia social…

24 octubre 2010

JUSTICIA DIVINA

Corrían los días indefinidos de la Baja Edad Media cuando en el feudo de Baltasar circuló la noticia de tiempos aciagos para su señor. Era dueño de vidas y haciendas y se jactaba de beber los caldos de sus bodegas en el cáliz del templo que saqueara en una de sus muchas incursiones, cuando capitaneaba a sus cruzados por las tierras que abrazan los dos ríos.


Cuentan que cada noche se sobresaltaba cuando una mano desprovista de cuerpo escribía en las paredes de su alcoba un texto que no alcanzaba a comprender. Al principio pensó que se trataba de figuraciones o visiones nocturnas, causadas por ingestiones pesadas y excesos en el escanciado, hasta que llegó a inquietarle la insistencia de cada madrugada. No conciliaba el sueño.  Llamó a su escribano para que le tradujera aquellos símbolos extraños y, como no supo siquiera explicarle de qué idioma se trataba, le mandó a mazmorras con la promesa de la pena capital si no lo resolvía en tres días. Pasó el plazo y ordenó la ejecución. Pero cada noche, aquella mano ingrávida caligrafiaba los mismos arabescos intraducibles. Mandó una proclama, con la promesa de que aquel que fuera capaz de desvelar el misterio sería recompensado con generosidad, comería a su mesa y podría permanecer cubierto en su presencia.


Todos los intentos iban resultando inútiles, hasta que un criado le habló de un sabio y viejo ermitaño que vivía en uno de los montes recónditos de su señorío. Mandó que lo trajeran a su presencia y, cuando lo tuvo delante, le hizo la misma promesa y le añadió: “Si consigues desvelarme el texto y explicar el misterio de la mano sin cuerpo, te nombraré gobernador, tendrás en tus estancias varios servidores y serás revestido de púrpura”. El ermitaño, sin que le temblara la voz, le dijo: “No aceptaré ninguna prebenda, mas le sugiero que tenga un gesto de arrepentimiento para alcanzar el favor de sus súbditos”. El texto dice literalmente: “Eres dueño de vidas y haciendas, pero sólo engendras muerte. Ni tus dos esposas ni tus concubinas pueden darte el hijo deseado, porque tú sólo engendras padecimientos, miseria y muerte. Esta noche vendrá el Señor de la Vida y te arrebatará la tuya. Y añadió de su cosecha: “Sin herederos, tus súbditos se repartirán tus bienes”. Lleno Baltasar de ira, mandó encarcelarlo y que fuera decapitado al amanecer, pero esa noche tuvo lugar la justicia divina.

23 octubre 2010

HE OLVIDADO

He olvidado el golpeteo de la lluvia,
de tanta sequedad
en el espejo de tus ojos de arena;
he olvidado la brisa
del recoveco de tu calle,
de tanta espera desesperanzada,
perdido en el laberinto del deseo;
he olvidado el gorjeo de tus arrumacos,
dictados al oído
-con aparente fiabilidad notarial-
en la falsa gestualidad de tus vocalizaciones.

He olvidado el sabor, la acidez, el dulzor
de la humedad de tus labios;
he olvidado la luz y el resplandor
de las noches transfiguradas
en días luminosos;
he olvidado el tacto furtivo
de tu piel de terciopelo;
pero no he podido olvidar
el aroma de tu cercanía,
cuando afincábamos en la vecindad
de dos aspirando a unicidad.

22 octubre 2010

COMO NIÑOS

Cuando la situación así lo requiere, suele hacer un rato de relajación que acostumbra a rematar con un sueño profundo, aunque breve. El estrés, el trabajo, los hijos, los estudios de éstos, la escasa colaboración de su marido en las tareas del hogar y sus justificaciones injustificables, las ojeras que pronto quieren ser bolsas incipientes bajo los párpados…   Una desconexión siempre le ha resultado una magnífica inversión. Tenía hora en la peluquería, pero era todavía más urgente atender su angustia interior que reponer las mechas y cortarse las puntas abiertas, lo que solucionó con una llamada.  Dispuso todo; oscureció la habitación, se quitó el cinturón de Gucci con el que se ceñía la blusa sobre el pantalón pirata, se acomodó horizontalmente y se dejó llevar por las instrucciones de Brian Weiss en el reproductor de CD’s


Cuando se incorporó, tuvo la sensación de regresar de otros mundos y haberse recargado de energías. Era hora de recoger a la pequeña de catequesis y a la mayor del conservatorio; el primogénito ya se valía por sí mismo y no necesitaba compañía. De regreso a casa, en compañía de sus hijas, María le iba diciendo: “mami, dice Jesucristo que hay que ser como niños para entrar en el reino de los cielos”. Luisa había tenido media hora antes la sensación de haber sido arrancada del mismo cielo, cuando habiendo prestado toda la atención a cómo su vientre se llenaba de aire en cada inspiración y bajaba al expulsar el aire calmada y rítmicamente, secuencias que, como las olas del mar, le embarcaron en una relajación profunda, pero escuchaba con atención a su pequeña. Sonó el móvil; era Jairo, el joven dominicano que cuidaba de su anciano padre; trató de calmarle y le prometió que en cuanto dejara a sus hijas en casa se personaría y resolvería el asunto.


Puso a sus hijas la merienda, soltó la correspondencia sobre la mesa de su despacho, les hizo una retahíla de advertencias y se puso al volante camino de la casa de su padre, quien ahora era aún más dependiente que sus propios hijos. Fue entonces cuando Luisa se preguntó, ¿cómo es posible que vengamos a esta vida haciendo la respiración correcta, llenando el abdomen en cada inspiración y bajando éste al espirar, para que luego lo trastoquemos todo? Quedó pensativa, como aguardando la respuesta que tenía que encontrar en ella misma. Aún no había llegado a comprender el ciclo vital que comienza por la dependencia total del bebé, sumido en la inocente inexperiencia, para acabar la vida en la absoluta dependencia, sumido en la tosquedad de los miembros, órganos y sistemas por el envejecimiento de tan larga experiencia. Cuando había aparcado junto a la casa de su padre, al tiempo que accionaba el mando para asegurar las puertas del Audi, se dijo: ¡Toda la vida tratando de superar la infancia, y, al parecer,  en ella está de nuevo el tramo final, y hasta la posibilidad de alcanzar la eternidad!

21 octubre 2010

PUENTE DE SIMANCAS

Me viene a las manos una  de las sabias definiciones de refranero popular: Arlanza y Arlanzón, Pisuerga y Carrión, en el puente de Simancas juntos son.


Esto me lleva a buscar y leer lo que encuentro sobre la ciudad vallisoletana y me topo con la leyenda de las doncellas, a la cual se debe el topónimo de la localidad.  Se cuenta, que el rey Abderramán II exigía al rey Ramiro I de León la entrega de cien doncellas, para mantener la paz en el reino. De ese total, a Simancas le correspondía entregarle siete, como parte del pago total.


Hecho el sorteo entre las jóvenes y elegidas las doncellas que de la villa debían ser entregadas a Abderramán II, fueron ellas quienes, encerradas ya en la torre del castillo, decidieron, como medida desesperada, que se entregarían  buscando y provocando la repulsa de su captor cortándose una mano. Es así como ensangrentadas se ofrecen al rey moro, que no dudó en rechazarlas diciendo: “Si mancas me las das, mancas yo no las quiero”.

20 octubre 2010

MRS. GRAY

“Ya conoces los cánones académicos  -le dijo la profesora-, ahora te dejo en plena libertad creativa para que plasmes en el lienzo la belleza, a satisfacción de tus sentidos”. A Luis le costó aquel día un buen rato decidirse a bosquejar con el carboncillo en la tela, perdido en la pretendida figura y prefigurando las manchas de color. Extrañamente su pulso había dejado de ser firme y no dejaba de resonar en sus oídos las palabras que su profesora acababa de pronunciar.


La tarde anterior, junto a otros alumnos, había acompañado a Mrs. Gray a la inauguración de la exposición extraordinaria que de su obra se exhibía en el Ateneo, con motivo de su nombramiento como decana de la Facultad Bellas Artes. Era una retrospectiva de su obra, para la que había hecho traer cuadros de muy distintas procedencias: algunos de fundaciones europeas, otros de empresas privadas y la mayoría de particulares dispersos por toda la geografía. Lo peculiar es que siempre era el mismo modelo, con la misma edad, en distintas poses, en escenarios diversos; pero siempre con la hermosura de un efebo que hubiera detenido el tiempo, a pesar de que las firmas estaban fechadas a lo largo de toda su trayectoria pictórica.

El modelo era en todos los casos su esposo, Darío Gray, famoso marchante que no volvería a cumplir los 65 años, quien se familiarizó en sus años mozos con el mundo de la pintura ayudándose económicamente con posados en la Facultad. Precisamente Magdalena González de Gray había hecho su tesis doctoral con el primer retrato que hizo de Darío, antes de que el amor la hubiera dejado herida para siempre. De aquellas primeras miradas, llegó a empaparse tanto y a enamorarse tan perdidamente, que a lo largo de su vida no dejó de ver y pintar siempre las mismas maneras angelicales, sin permitir que el tiempo pusiera sobre su modelo una mácula de trasformación o envejecimiento. Tal vez, por eso, cuando el carboncillo en su mano derecha comenzó a deslizarse por la tela, se acercó de nuevo a Luis y le susurró al oído: “lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos.” (*)


(*)  Lord Henry, el hedonista personaje de El retrato de Dorian Gray, dice: "lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos".

19 octubre 2010

LA SILLITA 2

Resulta que mi abuela es la de Felipe, la de Edurne, y la suegra de Katy. Nerim, Canto en Flor y Teresa también se sienten de algún modo emparentadas con ella. ¡Genial! ¡Si resulta que todos somos familia!


Siempre hemos sabido que nos parecemos unos a otros más de lo que creemos. Para colmo, los biólogos dicen que apenas hay diferencias entre el ADN del hombre y de la mosca del vinagre, por lo que aún entiendo menos por qué tanta lucha por alcanzar la consideración de únicos; de hecho, las personas de una generación tienen una impronta común que las identifica, a pesar de nuestro empeño en ser genuinos: la ropa, los complementos, los usos...   nuestras abuelas tienen un mismo denominador común, por eso es tan fácil asignárnosla.

Hace muchos años, más de treinta  –vivía entonces en Madrid-,  paseando un domingo por el Rastro, me topé en la calle de los Pintores con la imagen que reproduzco por segunda vez en el blog y pensé que se trataba de un retrato de mi abuela. La verdad es que podría haber sido cualquiera de ellas, Isabel o Ana, y sin pensármelo dos veces me quedé con él antes de preguntar siquiera el precio. Lo enmarqué, lo colgué en el salón de mi casa, y me ha seguido por las varias mudanzas hasta el lugar de preferencia que ocupa hoy en Sevilla. 



Siempre ha tenido un significado muy especial para mí, también para mi esposa, pues cree que se trata de la suya; pero desde hoy contemplo con mayor deleite este cuadro, según me giro en mi butaca, porque sé que también ella es el tronco desde el que se desgajan mis amigos virtuales. En adelante, seréis considerados tronco de su rama y savia de mi savia.

18 octubre 2010

AFORTUNADO

Me siento afortunado con el incesante goteo de nuevos seguidores que se van sumando a este humilde blog, el cual, como dice en la entradilla, quiere ser un lugar de remanso, de meditación, de compartir y acompañar. No tengo por costumbre  contestar los comentarios recibidos, pero a fe que me congratulan muchísimo. A veces dudo si debo o no hacerlo, pero mi intención es dejar abierto el canal comunicativo para que cada quien se exprese como crea oportuno; no me importa que disientan.  No respondo a los halagos, porque sería como regodearme en la suerte; tampoco a los desacuerdos, porque estaría tratando de rebatir la opinión de mis amables lectores-opinadores, que no son tantos. Cuando escribo, expreso aquello que quiero contar, no todo lo poco que sé: los flecos, que los hay, y muchos, los dejo a la reflexión de mis lectores.


Repito; me siento muy afortunado al comprobar, desde la soledad de mi cuarto y el soniquete casi inapreciable de mi teclado, que no estoy solo. Mi agradecimiento muy especial a todos aquellos que me siguen desde hace meses, y mi más cordial bienvenida a los nuevos seguidores, a quienes, uno a uno, saludo y abrazo personal y efusivamente.

ADVERSIDAD

 …nessum maggior dolore
Che ricordarsi del tempo felice
Nella miseria…
                                 DANTE                 

Había vivido tiempos de opulencia, de ricos manteles y de sirvientas que con pulcritud y reverencia servían la mesa. En casa no faltaban los invitados, quienes solían ser agasajados con mucho esmero; nada extraordinario, sino con la sencillez y pompa de lo habitual. En las sobremesas, café y licores en el salón, entre risas e historias truculentas o hilarantes de aquellos antepasados que hicieron fortuna en las Américas; en ocasiones, cuando el clima era propicio, algún invitado se acompañaba al piano para entonar un sacrílego lied o un aria vilmente acribillada. Sólo Clarita endulzaba la atmósfera de alcohol, humo y nicotina, cuando sus dedos hacían presente a Frédéric Chopin  en uno de sus nocturnos.


Esa noche compartían la misma manta; afortunadamente no corría el agua bajo el puente en esa temporada. A Borja le habían robado el saco de dormir, por un procedimiento similar al que le fueron desapareciendo todas sus pertenencias, pero Diego le guardaba cierta reverencia y gustaba de su compañía y su hablar refinado. Al medio día solían ir a un comedor social, pero por las noches había que estar atentos a los voluntarios que recorrían los arrabales distribuyendo bocadillos y briks de zumo o leche. Para Diego era un misterio cómo su amigo había podido llegar al fangal del arroyo. En su caso, lo tenía muy claro: era su destino; todo comenzó con un cigarrito de hierba, y de la “maría”, paso a paso, se fueron superando las metas hasta encontrarse en el mismo lugar de su pertenencia: el trapicheo, coger y correr, vivir a fuego el presente…  la vida. Pero apreciaba cómo el remilgado de su amigo no ocupaba el mismo lugar, aun compartiendo la misma manta e idéntica miseria. Esa noche, cuando el tableteo del puente fue menos intenso, en la medida que había descendido el tráfico de automóviles, mientras se alternaban el tetra de tinto, le preguntó: “¿Borja, qué fue de tu camisa con gemelos y tu nombre bordado en el pecho? ¿Cómo llegaste aquí, cuáles son tus orígenes?” Se hizo un largo silencio; después de un buen rato, se removió bajo la manta y finalmente dijo: “Le faltaban horas a mis días; una papelina me devolvía las energías perdidas…  pero créeme, Diego, no hay mayor dolor que recordar los tiempos felices estando en la miseria, ¡dame otro trago!”.

17 octubre 2010

LA CASITA

La recuerdo; está fijada en mi memoria desde los cimientos; hecha sin prisas, piedra sobre piedra y la necesaria argamasa. Dos aguas; tejas planas o alicantinas sobre un bastidor de madera y un par de tirantas de hierro galvanizado entre la pared anterior y posterior; la puerta con gatera y la ventana única en la pared opuesta con barios barrotes y una tupida malla metálica. Por delante, el rancho; un porche de suelo terrizo cubierto por una parra frondosa, de la que en su momento colgaban hermosos racimos de uva blanca, de piel algo dura y granos carnosos: un perfecto refugio para el descanso a la sombra.


Una sala única donde se almacenaban todos los útiles del campo. En la fachada izquierda, un enorme jazmín que suministraba un ramillete diario para la vuelta al hogar; en la derecha, un regato de perejil y hierbabuena, inagotables en su incesante crecimiento. Una vez dentro; en el rincón izquierdo, una chimenea con sus trébedes dispuesta, su atizador, su paleta, el abanador, restos de leña quemada y cenizas…    El resto de la estancia, compartimentado para los distintos almacenamientos: las azadas de cava y de bina, dos palas y un rastrillo, escardillos de mango corto y largo, un par de hocinos, otras tantas hachas debidamente enfundadas, la romana de pesar la cosecha; colgadas de una de las tirantas, varias espuertas de esparto con su gancho, algunas canastas forradas interiormente de arpillera y numerosos sacos vacíos aguardando la recolección de las naranjas. Al otro lado, un saco de Nitrato de Chile abierto y una lata en su interior a modo de vertedor; algunos sacos de pienso para los animales, varios de maíz y algunas calabazas. En la otra tiranta, media docena de ristras de ajos, pimientos rojos enhebrados en una cuerda para su oreo y algunas talegas con semillas varias para el momento de la siembra; también media docena de garabatos de fresno y una pava con restos de azufre. En el exterior, en el frontal de la chimenea, las iniciales del nombre de mi abuelo y una fecha: FVL, 1953; en el humo, ahora empujado por años de vientos, mi infancia.

16 octubre 2010

CARRIL BICI

El ayuntamiento hispalense ha descubierto en esta legislatura que tenemos una ciudad absolutamente llana, un clima con escasa pluviometría, la carestía incesante del combustible, las dificultades crecientes del aparcamiento y lo saludable que para el corazón resulta mover las piernas. Pasada la prueba de los primeros kilómetros de carril bici y la cantidad de ciclistas que tomaron las calles, ahora son ya 77 km. de arterias verdes los que recorren la ciudad, y prometen que pasarán a ser 120 km. en la primavera de 2011.


A la generalización de este medio de transporte y ocio ha contribuido el servicio de alquiler de bicicletas de SEVICI, con estacionamientos distribuidos por toda la ciudad y gratuidad de la primera media hora, lo que significa que quien usa la bici para trasladarse a estudiar, trabajar, hacer ejercicio físico moderado o a hacer un recado, tiene el transporte gratuito a condición de que él ponga la energía. Hasta ahí perfecto. Lo que no es perfecto en ocasiones es el trazado de los carriles, los árboles y las farolas en medio del camino, los pasos de cebra, las paradas de autobús en el trayecto y, por encima de todo, la educación cívica de ciclistas y ciudadanos. Obviamente no todas las calles disponen del carril específico, y entonces es cuando el intrépido ciclista circula por donde se le antoja –aceras incluidas-, a favor o en contra del sentido de la circulación y serpenteando entre los coches y las personas. Ni hablemos de la velocidad de aquellos que se creen emparentados con Perico Delgado, Induráin o Contador.

15 octubre 2010

PASO A PASO


Paso a paso, el otoño está trepando hasta la ventana de mi alcoba; se desvanece la clorofila en tonos amarillentos que luego quieren ser ocres y avellana tostado, hasta que tras la pérdida del color llega la muerte de la hoja; primero una, luego varias al tiempo y pronto la enredadera será todo un erial que anuncia el final de una etapa. Parece asomarse sobre mi almohada la nostalgia del acortamiento del otoño y mi vida se acelera de impaciencias. Repaso la agenda y corrijo algunas anotaciones; trato de tener todo controlado, pero atrás quedaron los días infinitos y el ocaso resistiéndose en retirada; como yo, que me resisto y tomo impulso para que mi decoloración sea sólo el tránsito hacia el invierno.

14 octubre 2010

LA SILLITA

La recuerdo encorvada, sentada en su sillita baja junto a la chimenea; remetiendo los palos de la lumbre o removiendo el contenido de la olla humeante; a la mano, sobre el suelo, las tenazas y el abanador; sobre su vestido negro, un delantal de pequeñitos cuadros grises rompiendo el  sempiterno luto; el pelo de nácar, recogido en un moño que aseguraba con una pequeña peina de carey semicurva.


Salvo en el momento de ponernos a la mesa, siempre usaba la sillita para todas las tareas: cuando cosía o remendaba calcetines; cuando con pulcritud inusitada trenzaba los hilos de Tridalia o Angora en largas tiras de ganchillo, o bien con forma de rosas que luego se engarzaban a otras hasta lograr el tamaño del mantel o la colcha deseada, cuando desgranaba la cesta de guisantes o cuando quitaba las hebras a las judías verdes, cuando me tomaba en brazos y me dormía contándome cuentos.

Apenas levantaba dos palmos del suelo. La sillita, como la hermana pequeña de las sillas del comedor, tenía el asiento  de anea, sus cuatro patas torneadas, las dos del respaldo acabadas en forma de bola. No sé cuando desapareció; desde luego después de que muriera mi abuela, pero en ella han quedado fijados El lobo y los siete cabritos, Blancanieves, Los tres cerditos, Periquillo Gemala, El pastor mentiroso…     todos ellos ofreciendo sus lomos en los estantes de la memoria imperecedera, como imborrable es mi abuela  en mi corazón.

13 octubre 2010

COMO…

Como la vida es el camino y la esperanza la meta, la felicidad está en la búsqueda.

UN NUEVO AMANECER


Me uno al júbilo del pueblo chileno y a la fiesta de la minería mundial en estos momentos; desde lo solitario de mi cuarto siento la luz cegadora de un nuevo amanecer para quienes estaban enterrados en vida y están siendo rescatados; me uno al gozo de los suyos y hago fiesta en mi corazón.

¡Doy por ello gracias a Dios con Salmos de alabanza, porque estaban sepultados y están siendo rescatados de la fosa; porque los habíamos perdido y están siendo recuperados! ¡Bendito sea Dios!

12 octubre 2010

PUENTE DEL PILAR


Como cada año, al otoño le gusta dejar su tarjeta de visita en este tiempo y hemos tenido una climatología variada: lluvia, claros y nubes; días entoldados y otros lumínicos. Ayer resultó un día muy luminoso que invitaba al paseo; las calles estaban llenas de turistas y me emborraché de acentos de otras tierras, entre las luminarias de los flashes y las proclamas de los cocheros. La Avenida, un hervidero de paseantes, colas ante los Reales Alcázares, buscadores de tipismo en Santa Cruz; las terrazas con todos los veladores ocupados y muchos ojos atisbando la oportunidad; miradas estrábicas entre el mapa de las manos y la realidad frente a sus ojos...   pero no estaba ella, no ha podido ser en esta ocasión; yo sigo aguardando el encuentro con su voz melodiosa y la figura que aún desconozco.

EL COSTURERO

He vuelto a su casa; pasaron casi cuatro años y todo permanece tal cual. Ya sólo escribe el banco un formulario y adjunta los recibos domiciliados: luz, agua, basura... Todo está en su lugar. Abro el armario y me topo con su caja de costura; montones de pequeñas bobinas de todos los colores: amarillo, beige, crudo, verde limón, verde mar, verde botella, azul, celeste, rosa, rosa palo, fucsia, rojo, burdeos, marrones diversos …  destacan el blanco y el negro por su gran tamaño, y por encima de todas, la bobina de hilvanar; esta tiene un blanco nada intenso, como roto, sin llegar a marfil; no sé si es así su natural o es el tiempo quien ha desvaído el color. Sobrenadando por encima de los hilos, el alfiletero, cuajado de cabecitas aceradas y tres agujas con restos de hilos enhebrados; el metro, de color  amarillento, enrollado y con la primera decena desportillada del uso. En una cajita aparte, una colección de botones de todos los colores, tamaños y formas siguen aguardando la oportunidad de la reposición; tres dedales: uno muy pequeño, imposible de ser usado, pero debe guardar en su ser el secreto que desconozco; los otros dos han perdido el plateado en sus cabezas por el uso. Dos tijeras -ninguna de ellas me dejaba usar-; la grande porque se embotaba y luego trompicaba y abría las telas; la pequeñita, la de bordar, con su curva pronunciada como queriendo salirse por la tangente, porque era muy delicada; también un huevo de madera. En el estante superior una carpeta azul de solapas y otra vieja caja que en su día envasaron sabrosas galletas. En la carpeta, un montón de cuadernos de labores: letras y números en punto de cruz, dibujos elementales de muy variada porte y tamaños y un sinfín de fotocopias con otras tantas reproducciones y muestras que con el tiempo fue acumulando. En la caja de galletas, un interminable muestrario de ganchillo y punto; los de lana, descoloridos y apelmazados de tiempos;  los de croché, con las tonalidades amarillentas del largo encierro. Al fondo, dos tubos de plástico, a modo de carcaj con tapa; en el grande las agujas de punto, la mayor parte de acero y algunas de plástico; en el pequeño las agujas de croché: 00, 0, 1, 1,5, 2…    En una bolsita blanca de plástico, la bufanda beige que no llegó a finalizar. Y en todo ello, el tacto imperecedero, dulce y tierno de mi madre.

11 octubre 2010

LA VENTANA

Tiene el oficio de dar luz y ventilación a la estancia, pero ella no lo sabe; vive y experimenta cómo la manipulan siguiendo pautas que desconoce y traga en silencio los días y las noches, las aperturas, los cierres y los entornados. Las hay nobles, pero no es este el caso; las hay protegidas con reja o balcón, pero tampoco es este el hecho. Bien podría llamarse vano, ventanillo o ventanuco, pero nunca vitral, balconada o luminaria; tampoco ajimez, pues le faltaría prestancia o arrogancia en su posar. Es una simple ventana de madera de pino, repintada una y cien veces, que echó en el olvido cuando recibió la última mano de pintura. Los cristales, pulcros, aunque con ciertos arañazos de las muchas limpiezas y de los días de existencia, permiten una ráfaga de luz que debe iluminar la estancia con un haz de escasamente medio metro. Desde ella; el campo, los castaños, la hierba verde y el suelo sembrado de amarillos dorados y ocres, de granates pálidos y verdes descoloridos, sembrado de los erizos que albergaron los frutos. El camino serpentea a izquierda y derecha hasta perderse tras la loma. Es cárcel y es refugio; es privacidad y es la mirilla por la que asomarse al mundo; a través de ella, lagrimea la lluvia, incendia ráfagas la tormenta, corre las cortinas pardas las nubes, cierra los ojos la noche y la luz del sol despeja las incógnitas cada amanecer. Por ella llega el canto del gallo cada amanecer, y husmea el gato de la vecina enroscado en el alféizar en equilibrio funambulesco; los pájaros, en bandadas, surcan el aire en busca de otros pagos más cálidos o menos ardorosos, según las temporadas. Bajo sus pies, la viña se extiende a lo lejos; algún día, posiblemente en primavera, alguien brindará con vino nuevo. Muda; silente; abierta o cerrada, según la manipulen, es ojo por el que ver y desde el que observar.

10 octubre 2010

10-10-10

Los muy aficionados a los números capicúas tal vez no estén plenamente satisfechos, pero si leen, como el común de los mortales, diez, del diez, del diez, salta a la vista que estamos ante un número redondo, capicúa y hasta mágico.

El diez, es el primero de los números compuestos y, así, el primero para el que hay que pulsar dos teclas en el mando a distancia; aunque durante mucho tiempo tuvo que luchar contra la tradición de la docena, finalmente se impuso y es la base del sistema métrico que se ha dado el universo entero, siendo los diez dedos de las manos la calculadora de los que no se manejan bien con las cuentas: con el hábil manejo de los dedos no hay suma que se resista. Hasta las notaciones científicas se hacen en base diez (10n) El diez es el objetivo casi inalcanzable de la puntuación académica; diez y diez, la hora mágica que marcan todos los relojes exhibidos en escaparates o en publicidad, cuando no son digitales; la mujer diez, el canon de belleza; el decálogo, el compendio de normas por la que conducirnos al éxito.

Pues hoy domingo, es el décimo día del décimo mes del décimo año (del tercer milenio): tres veces diez, como corresponde al milenio. Un mes que tiene de especial cinco fines de semana completos, si bien algunos ya estamos instalados permanentemente en un indefinido “finde” de siete días por semana.

Para acabar, os hago entrega de un videoclip de Fito & Fitipaldis, genial músico que me hizo descubrir mi hijo Carlos. ¡Cuánto nos enseñan los hijos! Antes de que cuente diez. ¡Feliz domingo!

09 octubre 2010

LA LLUVIA EN SEVILLA

Hacía meses que la naturaleza no regaba las calles de Sevilla, pero no ha faltado a la cita del Puente del Pilar y nos ha dejado un hermoso y gris sábado de encierro.


La lluvia en Sevilla es una maravilla
"The rain in Spain stays mainly in the plain"

SAN DIONISIO


Andaba Dionisio por el Aerópago, en su Atenas natal, cuando escuchó la predicación de Pablo y se convirtió (Hch 17, 34). Pero no es de santidades ni heraldos del evangelio de lo que pretendo hablar, sino que hoy sale el santo en procesión, en mi Ojén del alma y nacencia, sujetándose la cabeza entre las manos y abriendo cuatro días del calendario que siguen fijados en la festividad de mis días gozosos de siempre: es la feria.


Este año no podré estar allí y no puedo evitar que la ausencia se convierta en tortuoso exilio por mucho tiempo que lleve fuera de mi pueblo. La fiesta, el baile en la plaza, las atracciones, los puestos de turrón, la tómbola, el ruido, la música, el compartir con los paisanos…   Echo de menos hoy a mi pueblo y a sus gentes, especialmente a aquellos que ya no volveré a ver jamás, a quienes se fueron y siguen formando parte de mi vida: Migue'lde la Luz y su artesano alumbrado pobre y alegre, Paca Granados y su turrón manual, su esposo José y las avellanas recién tostadas, García y su presencia perenne y dulce en la plaza, Pepe Barranco y su ruleta de la fortuna, Monfrino, el eterno animador del baile, El Tiesto de mis amores…

Es la feria, es el momento de vestir de traje y corbata  –era, ya cambiaron los modos y las modas-, de los zapatos nuevos, del baile hasta la madrugada, de las primeras aceitunas manzanillas, del fino y de las pasas en aguardiente, del pulpo asado, las carreras de saco, las cintas conseguidas desde la bici, la untuosa cucaña, el chocolate con churros de madrugada…  de la vuelta al pueblo de los ausentes. Nunca te olvido, Ojén, pero hoy, más que nunca, me siento extraditado y triste fuera de ti.

08 octubre 2010

EL DESAHUCIO

El paro no deja de crecer cada día. Parece ser que la economía da síntomas de leve recuperación, pero dista mucho de la creación de empleo y nos amanecemos cada día con la noticia de nuevos desempleados; lo extremadamente grave es que al mismo tiempo está bajando el número de personas que reciben prestación de la seguridad social, lo que equivale a decir que cada vez son más los que se quedan rotundamente desamparados.

Hace unos meses hasta los fuertes fueron débiles y pidieron árnica al gobierno; éste asegura que se vio forzado a prestar ayuda al capital para que no llegara la temida bancarrota. Después nos contaron que nuestros bancos son los más firmes de Europa, pero el dinero sigue atesorado allá donde se encuentre sin fluidez ninguna. Todo ello deriva en que cada día se destruyen más y más empleos, facilitado también por la protestada ley causante de la huelga de días pasados.

La consecuencia triste de este descalabro económico siempre repercute en el umbral: los ricos es posible que sean menos ricos, pero los pobres se están instalando en la miseria. Numerosas familias se ven necesitadas de acudir a los comedores sociales y muchas incluso se quedan en la calle por no poder hacer frente al recibo de alquiler o por no poder hacer frente a la hipoteca: ¡Desahucio!

Oleo de Cristobal Toral

En Sevilla nace estos días un nuevo comedor social en la calle Misericordia, -no podía ser el nombre de la calle más apropiado-; Cáritas y tantísimas ONG’s están desbordadas tratando de paliar tanta desgracia a base de vendas y ungüentos en heridas que requieren tratamientos quirúrgicos; los servicios sociales del ayuntamiento tienen agotado los recursos del año desde antes de entrar en el otoño, y como las hojas caídas de los árboles, cada día es mayor el patrimonio en ladrillo de las entidades de crédito y más numeroso el grupo de personas que se encuentran en la calle con sus escasas pertenencias.

07 octubre 2010

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Aunque es nuestra lengua la que pone nombre al descanso de la sobremesa, no se trata de una exclusividad entre españoles, ya que también en Latinoamérica hacen siesta, al igual que en China, Taiwán, Filipinas, India, Grecia, Oriente Medio y África del Norte. La siesta debe su nombre a la latina hora sexta: tiempo que va desde el medio día a las tres de la tarde, y obedece a un impulso biológico que tiene que ver con la somnolencia tras el almuerzo, como consecuencia del mayor aporte de flujo sanguíneo al aparato digestivo y también a los rigores climáticos.



Contaba Camilo José Cela que él era de los de siesta con pijama, Padrenuestro y orinal, pero lo que verdaderamente se entiendo por siesta es una pausa de unos veinte minutos, no necesariamente en la cama; un pequeño impulso energético antes de reemprender la actividad laboral, aunque no todos puedan hacerla y aunque no a todos apetezca.

Si trazáramos en el mapa las líneas delimitadoras de los países donde esta práctica es más generalizada, veremos que todos ellos están sometidos a la severidad de las altas temperaturas, cosa que debemos tener muy en cuenta. En el sur de España, donde viven afincados de manera estable muchos nórdicos jubilados, personas que antes jamás se echaban la siesta, han descubierto el placer de recuperar las energías tras la comida y la practican como posesos. En cualquier caso, todo lo antedicho no es más que una excusa para presentar la pintura de este jovencísimo maestro del hiperrealismo a quien admiro: Rubén Belloso: un sevillano que muy pronto será patrimonio de la humanidad.

06 octubre 2010

LA GENERACIÓN NINI

Sin necesidad de barajar estadísticas, grosso modo, todos sabemos los muchos fracasos que se dan en nuestro sistema educativo. Esto hace que se concite entre nuestra clase política la necesidad imperiosa de un cambio del sistema, aunque no es motor suficiente como para general un acuerdo; y es que, si bien este sea tema aparte, la política, al parecer,  consiste en sacar a la luz los defectos del otro y no en estudiar conjuntamente, diagnosticar y prescribir el tratamiento más adecuado.


En mi lejana juventud, era frecuente y a veces peyorativa la pregunta: ¿estudias o trabajas? Entonces eran pocos los que estudiaban, pero también eran muy escasos los que deambulaban las calles sin ocupación alguna. La escuela era permitida hasta la pubertad, pero no era obligatorio estar en ella hasta una cierta edad: un número muy importante de los chicos de entonces entraban como aprendices de los más diversos oficios cuando aún tenían 12 ó 13 años. La sociedad actual se ha vuelto afortunadamente más protectora e impide el trabajo infantil, si bien mantiene a un buen número de jóvenes ocupando un pupitre que no aprovechan y que dificultan el aprovechamiento de sus compañeros. Hablo de la generación nini: ni estudia, ni trabaja.

Entre los 14 y los 18 años, por mucho empeño que le pongan sus padres, por mucho esfuerzo que hagan los educadores, quien no quiere no aprende, sino que se dedica a distorsionar, a entorpecer, a boicotear, a incordiar, a molestar…   no hay nada que hacer; todo ello sin que ni ellos ni el resto de la sociedad nos demos cuenta que estamos arruinando sus vidas hacia la nada. Antes existía la posibilidad de ilusionar a estos jóvenes rebeldes al estudio con el aprendizaje de un oficio; entraban de aprendiz en un taller, en una barbería, en una carpintería…  ¡Cuántos de los jubilados de hoy día han sido grandes profesionales con esos comienzos!

No añoro tiempos pasados, claro que no, pero suspiro por un eficaz y duradero acuerdo entre las fuerzas políticas para que la educación no baile al son de las urnas, y con la urgencia de que esta generación nini no sea una generación perdida para siempre.

05 octubre 2010

LAS RIQUEZAS Y LA SABIDURÍA

Se cuenta que, en cierta ocasión, Sócrates paseaba por el mercado principal de la ciudad de Atenas y, al verlo, uno de sus discípulos le preguntó:
—Maestro, hemos aprendido contigo que todo sabio lleva una vida simple y austera. Pero tú no tienes ni siquiera un par de zapatos.
—Correcto  -respondió Sócrates-. El discípulo continuó:
—Sin embargo, todos los días te vemos en el mercado principal, admirando las mercancías. ¿Podríamos juntar algún dinero para que puedas comprarte algo?
— ¡Ah no!, tengo todo lo que deseo -dijo Sócrates- pero me encanta ir al mercado para ver que sigo siendo completamente feliz sin todo ese amontonamiento de cosas. No es más feliz el que tiene muchas cosas, sino el que no necesita de ellas.


Cuatro siglos más tarde, Jesucristo le señaló al joven rico aquello que le faltaba para alcanzar la vida eterna: “Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme”.

Y yo empeñado en hacer malabares con la pensión y elucubrando y embargando el deseo y la voluntad muy por encima de mis posibilidades.

04 octubre 2010

LA PINTORA

Un atril, un lienzo, unos pinceles, los colores básicos dispuestos en semicírculo sobre la paleta…     


Sobre la tela se van desgranando manchas de color que sugieren formas, deformidades que quieren conformar evocaciones al espíritu, que hablan de estados de ánimos y sugieren mundos, a veces universos. Nuevas mezclas. La paleta es un dispensador de tonalidades que plasma formas caprichosas y toman vida, vida que se hace mayúscula. Nuevas aplicaciones y nuevas insinuaciones: formas que se deforman y otras que toman relevancia. Entorna los ojos para ver sin la luz que irradia de su mirada; lo capta, rectifica, una nueva pincelada. Se levanta, se distancia, asevera y difumina una sombra que se mostraba irreverente. Aún falta mucho para la firma, pero se gira y me muestra su sonrisa como sello de identidad; se vuelve y sigue creando.

03 octubre 2010

EL CAMINO

El camino, que a la ida era tenebroso porque la luz del sol aún daba bostezos, se convirtió en fecundos valles orlados de frondosa y exuberante vegetación, que hacía alabanza a la generosa naturaleza, cuando el día logró rasgar el velo de la noche y la luz inundó de esplendor mis pasos.

Los miedos cedieron su lugar a la seguridad, las dudas a las certezas, la sospecha a la confianza, la vacilación a la certidumbre…    y es que la luz todo lo transforma.

02 octubre 2010

NO HE VENIDO A LLORARTE

El sueño de Jacob - José de Ribera

No he venido a llorarte. ¡Oh amada!
Tampoco a urgir nuestro encuentro,
en el que nos abrazaremos hasta confundirnos.
Sé que guardas para mí un pasaje, sólo de ida,
hacia el azul perenne de otros confines,
donde sólo a solas cabalgaré la ola
que se deshace en las arenas de lo eterno;
donde el fragor se transforma en dulce néctar
de acontecer sin fin y de remansamiento.
En las aguas del naufragio último,
-temido y esperado encuentro-
lavarás mis heridas y les pondrás bálsamo,
el misterioso ungüento en el que sueño.
No he venido a llorarte. ¡Oh amada!
Tampoco a incentivar nuestro beso
en el que habrás de deglutirme sine die:
mi cuerpo efímero, en tu sempiterno cuerpo.