12 marzo 2010

CADENA PERPETUA

Estos días se debate en la Cortes la reforma del Código Penal, y -además del desacuerdo al que nos tienen acostumbrados los señores diputados- como siempre que se toca la ley, es para endurecerla. Al menos en el terreno teórico, el principio básico de toda ley no es hacer que la justicia sea vengativa ni amoral, sino tratar de la recuperación y reinserción de los delincuentes. Ya no se ve bien aquello del ojo por ojo de la ley del Talión, al que inexorablemente lleva la reacción visceral, pero hay a quienes no les basta el cumplimiento íntegro de las penas y se atreven a solicitar la cadena perpetua.

En mi opinión, condenar a una persona a cadena perpetua es reconocer el fracaso, no del individuo -que también- sino de la sociedad que no ha sabido educarle y de la incapacidad posterior para reinsertarle; es disponer de su vida a perpetuidad, y la vida es un don privativo del que nadie debe disponer. Se da la paradoja de que, en ocasiones, las mismas personas que se manifiestan en contra del aborto, no dudan en solicitar para algunos casos la cadena perpetua o incluso estarían dispuestos a pedir la pena de muerte si encontraran para ello el campo abonado, mientras que los que abogan por el aborto y la eutanasia se muestran contrarios a ella: a unos queremos enterrarlos en vida y a otros incluso se les niega el entierro tras triturarles antes de permitirles ser.

Desde el principio de los tiempos el hombre ha querido ser dios de sí mismo y dios de los demás arrogándose unas facultades que no le pertenecen. Podemos legislar el articulado a nuestro capricho y conveniencia, podemos salvar a unos o condenar a otros, pero no porque una ley sea sancionada y publicada en el Boletín Oficial es por ello moral. Así como la vida del feto que late en el seno de una embarazada no le pertenece, la vida del reo más vil, por abyecto que sea, tampoco podemos disponer de ella, ni siquiera bajo el amparo de la legalidad.

3 comentarios:

  1. Como soy tu seguidor favorito, me permito entrar nuevamente por aquí.

    Tu artículo es impecable, estoy de acuerdo con su contenido. Es así como yo creo que hay que ver este asunto (aunque me resultaría difícil explicarlo a muchos familiares de víctimas).

    Pero esa idea de la reinserción tiene que irla aceptando una sociedad civilizada.

    Quizás echo de menos que a la opinión pública se presenten datos oficiales de los delincuentes que se han reinsertado, los cuales, quiero suponer, son muchos. Estos datos ayudarían bastante a que no se difundan creencias de que "todos" reinciden,

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  2. Joaquin, eso de autoplocamarte "seguidor favorito" vamos a tener que discutirlo. :-)
    Lo que no cabe duda es que te podemos conceder el titulo al mas activo.

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  3. Hola amigo Diego. Me permito contestar aquí
    –aprovechando la hospitalidad de Paco- a tu amable comentario.

    Llevas razón en lo que dices pero, de veras, nada más lejos de mi intención que autoproclamarme algo unilateralmente.

    Analizando lo que dije, creo que quise decir irónicamente que yo era un “pesado”. Quizás en mi subsconsciente estaba la pregunta de Paco de hace días (Hay alguien ahí?).

    En cualquier caso, encantado de conocerte (aunque no encuentro tu perfil en el blog) y aquí estoy a tu dispo.

    Y, of course, gracias a Paco por permitirnos este diálogo colateral. Seguro que asiste al mimsmo divirtiéndose

    Afectuosos saludos :-)

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