07 noviembre 2009

CORRUPTOS

La corrupción está tan apegada al hombre como si de una subcapa dérmica se tratase. Aunque hoy creamos que todo se inició con la Operación Malaya, aunque llegáramos a pensar que eso era cosa de unos desaprensivos forajidos de la política -los militantes del GIL-, los casos de corruptos son hoy tan numerosos que abarcan a toda nuestra geografía y salpica a todos los grupos políticos: un mal endémico, tan antiguo en la historia del hombre como la vida misma. Con cuánta razón dijo el Maestro: “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”. (Lc 16, 8)

Según Gibbons, se entiende por corrupto “todo comportamiento que, de convertirse en conocimiento público, conduciría a un escándalo”. Pero obviamente el hecho de que no salga a la luz, o que el uso esté tan incardinado en la sociedad que pase desapercibido o incluso aceptado, no quiere decir que pierda su catadura de amoralidad, ya que es justamente en lo recóndito de lo oculto donde se teje la trama de cómo hacerse con los bienes o ventajas que no nos pertenecen, y cómo se oculta el rastro del delito.

Dice la sabiduría popular: “que no nos pongan donde hay”. Y es que la tentación es un estímulo irrefrenable con el que mitigar la insaciable voracidad de la avaricia. Una vieja canción de los años 50 decía: Todos queremos más, más y más, y mucho más. Y así es. En estos días en los que saltamos de un escándalo a otro son muchos los que se tientan las ropas y se preguntan ¿qué está pasando?

Posiblemente sea todo sólo un brote de lo que realmente somos, ya que nuestra tradición corrupta es larga como la sombra de los días pretéritos y abarca, en mayor o menor grado, a un número indeterminado pero muy numeroso de personas. ¿Quién no conoce a algún trabajador de la salud que no tiene en su casa una pequeña farmacia con la que abastece a amigos y familiares? ¿Quién no conoce a algún administrativo que surte del material de escritorio a hijos y sobrinos? ¿Quién, en alguna ocasión, no trata de beneficiarse de la ancestral recomendación? ¿Cuántos no tienen en su ajuar una toalla de hotel?

Sin restarle la importancia debida a tantísimos escándalos como los que van surgiendo casi cada día en los medios de comunicación, como cuentas de un rosario macabro, mirémonos al espejo antes de criticar y dejémoslo en manos de la justicia, no sea que tengamos una viga en el ojo.

3 comentarios:

  1. Querido Paco: llevas cai toda razón, aunque te aseguro que yo no tengo ni he tenido jamás una toalla de hotel en mi hogar...

    No obstante al hilo de lo que escribes, recuerdo una frase muy reciente de un político de primera línea: "a partir de ahora esto no se va a repetir", o sea es como una "ley de punto final" interna de su partido, ley que por cierto ha sido derogada, para envidia nuestra, en Argentina.
    Entoces qué pasa con lo ocurrido hasta ahora ? borrón y cuenta nueva ? qué cara !... o se refiere a que no va a haber la menor filtración a partir de ahora?

    No es que yo me crea muy sagaz observador... pero, qué curioso, no he visto la más mínima opinión en los medios de comunicación en el sentido que yo expongo...

    debo estar loco ? Soy un caso aislado?

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  2. A veces me pregunto si no soy corrupta, o soy tan ambiciosa que las ocasiones no me han llegado a mi precio. La verdad es que no tengo nada material.
    Abrazo!

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    1. Quien se pregunta, Sara, termina por no equivocarse. El problema está en quien no hace valoración de sus actitudes y acaba por creer que todo el campo es orégano. No todo está moralmente permitido, sobre todo aquello que afecta a la economía o a los intereses de cualquier especie de otro. Sigue preguntándote y te llevará la vida por el camino recto.
      Un beso.

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